Un ciudadano fumando libremente por la calle |
Pero resulta que el tiempo me dio ocasión de conocer personalmente al autor por una pura casualidad. No en alguna presentación, en algún sarao litearario, en algún conciliábulo, en alguna tertulia. No. Frente a su domicilio de la plaza de la Villa, en el corazón del Madrid de los Austrias. Salía él de un taxi. Lo vi y lo reconocí desde el primer momento, pero pensé que podía estimular algún tipo de arrogancia en el personaje y decidí utilizar la estrategia del despiste:
-¿Eres...? Diculpa, pero te conozco de algo -le asalté-.
-Ah, ¿sí?
Su respuesta estuvo acompañada de un gesto completamente contrario a la arrogancia, incluso dio tres pasos y se aproximó a mí; resultó más bien simpático, afable, desde luego perfectamente cortés, amistoso. Me gustó tanto que perdí mi inocencia ante él:
-Sí, hombre -añadí con una sonrisa-: Javier Marías. ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿y tú?
Intercambiamos pocas frases. Lo felicité por ser un gran novelista. Nos dimos la mano (no de sombra) y seguí el paseo con Mildred por el centro de un Madrid cansino, a la hora de la siesta.
Marías reúne como escritor algo que le hace para mí completamente digno: es antiburocrático (está fuera de prebendas de grupos mediáticos de poder, no como otros y otras cuyo mérito es solo haberse arrimado al sol que más calienta); Marías es elitista, distinguido. Evoluciona, luego piensa. No está paniaguado. Tiene personalidad, no se adscribe a mendicidades ideológicas ni a capillas.
Ahora rechaza el Premio Nacional de Literatura. Chapó, Javier, chapó.
Este autor no hace más que ganar grados, como autor y como persona. Cierto es que el que un Estado te otorgue un premio ya es algo despreciable; pero más aún lo es que te lo otorgue un Estado como el actual, a merced de tanta bazofia. Aunque me encuentro lejos, más o menos a docemil kilómetros de España, a buen seguro que sus Enamoramientos se comercializa también por este México donde ahora habito. No tardaré en leer esta novela.
Felicidades por el NO Premio. Y larga vida al escritor.
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