La pierna del jardín
Vivían bajo un mismo techo una señora de 95 años y un tetrapléjico.
Junto a otros comensales, durante la reunión cotidiana del almuerzo, a un nivel muy básico, hablaban del sufrimiento provocado por el dolor físico. La señora le dijo al tetrapléjico, quien sufría de dolores y molestias tales que a veces lo rebajaban sin remedio al más furioso de los estados de ánimo, un hombre de unos 49 años:
—¡Ay, cariño!, hay momentos en los que a una le duele
tanto la pierna que quisiera cortársela y enterrarla en el jardín.
En el lapso de cuatro segundos de reflexión, el cuadripléjico,
denominación utilizada en Latinoamérica para quien sufre una lesión medular que
afecta a las cuatro extremidades, quedando tetrapléjico/a para el
español de la península Ibérica, valoró la posibilidad de contratar a alguien y
hacer el favor a aquella señora que tanto amaba, que le aserrara su pierna aquejada
y la plantara en el jardín a metro y medio de profundidad; pero enseguida
rectificó su ocurrencia demasiado realista para lo que sólo era una
metáfora por parte de la anciana. Así que le respondió a ésta:
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