Veremos, veremos a qué conduce esta marea de protestas de los indignados.
Aunque en principio participemos de la idea de regenerar un sistema a todas luces anquilosado, corrupto y que produce injusticia universal, observo también con notable escepticismo y delicadeza la cuestión. Muchos de los reunidos en Sol hacen su manifestación particular. No hay una igual asepsia a la hora de dejar la ideología de lado para ponerse simplemente del lado de la limpieza moral, que es lo que se podría y debería reivindicar. Mayores cotas de democracia, mayores cotas de libertad, menos intervencionismo del Estado (sin duda) en cuestiones particulares y en el bolsillo maltrecho de los ciudadanos (algunos parecen en la calle estar reivindicando lo contrario, aunque no todos), freno a los Estados leviatanes, comercio, mercado, bancos... en fin, economía real y humana, no especulativa ni basada en la usura y alejada de cualquier valor moral. Paz y respeto por la naturaleza.
Esta noche, por debajo de un sueño reparador, me levanto con los segundos brotes de escepticismo sobre lo que sucede en la calle con Democracia Real Ya. Las hordas de orcos y troles ideológicos tratarán de tensar de un lado y otro, y habrá problemas entonces. La tercera y pacífica España volverá a ser perjudicada. Si esto se extiende a un proyecto global, tal vez recupere ciertos cauces de idealismo y limpieza. Como espectáculo es interesante.
El sueño de la razón produce monstruos, y desde hoy, aunque actúe, también observo.
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