sábado, 25 de abril de 2015

De Desde el abismo/Versos inválidos. Y Alegoría de la muerte

la lira

[Recuerdo la estructura métrica de la lira y cito una primera estrofa de la que es tal vez su ejemplo más afamado. En la notación, el número indica las sílabas, y la letra, la rima —minúscula cuando es verso menor, es decir, cuenta menos de ocho sílabas, y mayúscula cuando es verso mayor, esto es, cuando cuenta más de ocho—:

7a/11B/7a/7b/11B   

«Qué descansada vida
la del que huye del mundanal rüido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido.»

[…]                                      Fray Luis de León

La diéresis que aparece en la palabra "rüido" es un recurso literario, una figura retórica poco usada y tal vez hoy en completo desuso, con la que se conseguía formar tres sílabas (ru-i-do) donde sólo había dos debido al primer diptongo (rui-do)]

Lira a la parca

Supongo que es sencillo
pensar que todo cuanto nos sucede
en este tiempecillo,
mirando atrás tan breve,
en pilares de arena se sostiene.

Que es todo un sinsentido
y en el regalo oculta su condena
la vida y todo el ruido
que se alberga y suena
en cada esquina es para darnos pena.

Si miramos de frente
torvo el rostro aparente de la parca
veremos que nos miente
y es hermosa su marca
cuando toca, nos besa y nos embarca.

Solo dolor confiere
cuando ha llegado el día y nos esquiva;
lacera, daña, hiere,
es mucho más altiva
si te ve, devasta y deja el alma viva.

Comentario aparte merece esta imagen. La pintura, al parecer, fue realizada por un tal Tomás Mondragón, pintor mexicano del siglo XIX sobre quien no he encontrado ninguna información biográfica. Pero el cuadro es muy simpático. Un remedo de las vanitas barrocas, o memento mori, qué sé yo, cualquiera de esos intentos por provocar el horror y levantar el tufo de la muerte frente a aquellas almas piadosas cuyo único propósito sería pasarlo lo mejor posible mientras se está vivo ("este es el espejo que no te engaña", uuuuuuh); aunque con un lado izquierdo entre lo cursi y lo exótico, con la representación de una novohispana decimonónica. Se conserva este lienzo en un antiguo templo jesuita del siglo XVII conocido como La Profesa, en pleno Distrito Federal, ahora pinacoteca y cuya colección y edificio pasaron por decenas de batacazos propinados por la historia, tan turbulenta ella. Alguien corta desde arriba con unas tijeras el hilo de la vida, y al otro lado, en medio de un atardecer de azufre, la hermosa doncella se ha transformado en un esqueleto con restos de carne putrefacta, tripas y gusanos; al fondo, el camposanto abierto. El óleo está lleno de detalles para comentar, tal vez en otra entrada de Sobre cuadros, en otra ocasión, que el que ahora ha muerto es mi día y me comen los gusanos.