lunes, 17 de octubre de 2022

El mayor de los duelos, ser huérfilo

   Peor que cualquier desgracia que pueda acaecernos sobre nuestra misérrima persona sería padecer la muerte de un hijo.

     La palabra huérfano describe al hijo sin padre o madre o sin ambos; peor y más antinatural resulta el padre o la madre que han perdido a un hijo/hija, trágica consecuencia que parece, valga el retruécano, precisamente huérfana de un término que la defina o incluya. Creo que la misma Real Academia putrefacta se plantea aceptar en su Observatorio de palabras —en este caso lo haría con buen criterio y justicia léxica, aunque se muestra todavía renuente— la palabra neologismo huérfilo, propuesta ignoro por quién.[1] Sería apropiado incluirla sin empacho en nuestro vocabulario y usarla. La Academia habla de la posibilidad de utilizar una segunda acepción de huérfano o la perífrasis huérfano de hijo.

Premier deuil (El primer duelo), William-Adolphe Bouguereau, 1888. Abel yace exangüe sobre las piernas de su padre Adán, quien consuela al mismo tiempo a Eva —debía de ser cuando todavía era buena chica—, también con muy poca sangre, a juzgar por su color cetrino. Caín debe de encontrarse escondido detrás del edificio humeante o a saber de qué algún otro escondrijo del por poco tiempo Paraíso; ¿o ya ni eso?, porque el campo parece un erial, el cielo, un horror sin el menor atisbo de claridad azul, fúnebre como esa confusión humana de pies, brazos, manos. 




[1] Padres de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer intentan que la Real Academia Española (RAE) reconozca una palabra que defina ese dolor, huérfilo. 2017.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Requiem-Nana por la Tata

En este cementerio pequeño y retirado
se guardan hoy tu cuerpo o las cenizas;
soplas el aire, viento, rizas
las hojas de robles olvidados. 

Naciste aquí. Y aquí, enterrada, te eternizas.

Llamera, norte de León, a 18 de septiembre de 2022


PALABRAS DE TUS NUEVE PARA TI, LINDA NIÑA TATA

Tata linda, Tata dulce, Tata de estos nueve que nos has mecido acurrucados en tu pecho; Tata, a quienes has dormido y acunado, cuánto «Aserrín aserrán, mañanitas de San Juan» y «El Gallo Kirico», al que hoy nada le ensucia el pico y asciende a la veleta de un tejado, movido por el viento de este cielo de Llamera, a este punto exacto señalando. Tata, te vieron nacer estos pobres robles, los olmos enfermos y los altivos álamos que luego fueron leña. Tata de nueve niños, de cuatro hermanas y de cinco hermanos, en tu regazo como gatitos ronroneando; Tata del colacao y los cafés con leche y panes fritos, y los domingos de misa madrugada, la primera en la iglesia, la primera en despertar con el alba, el alba que ahora besará desde su oriente este pequeño recinto y bañará de luz Llamera, regará de luz donde estás descansando ya por siempre. Tatita, Tata de todos, Tata de tus niños y los niños de tus niños, Tata de la tierra surgida como un rosal sin espinas, toda suavidad, toda perdón, toda caricia; Tata de nuestros tíos y nuestras tías, Tata de primos y Tata de amigos y de novias y de esposas; Tata en la playa, Tata en los prados, en el piso, en vacaciones, sin descanso, siempre Tata como una metralleta de rosas Tata ta ta ta ta, rojas, Tata ta ta ta ta, blancas, Tata ta ta ta ta, amarillas, Tata ta ta ta ta, rosas, rosas, rosas. Tata. Tata nombrada sin descanso; Tatita ¿dónde estás, dónde estás ahora? ¿Tatita dónde vas, Tatita dónde está mi carpeta, mis llaves o mi ropa?; Tatita, me he perdido, Tatita ¿dónde estoy, Tatita, dónde estamos?... Tatita ¿en tu memoria? Tatita ¿en ese corazón que ardiente es todo alfombra? Tata del camino hasta la escuela, Tata de la escuelina de este pueblo, Tata del pueblo, Tata de los vecinos; Tata también del Cristo y de María, Tata del santoral y del Rosario, Tata de la oración en el silencio, Tata por los demás pidiendo, Tata, siempre lo que tú misma entregabas y nos dabas, te entregabas toda, sintiendo. Tata de la modestia, Tata de la humildad, Tata. Tata del campo de las patatas. De las patatas fritas, Tata. Aquí Dionisia Rodríguez Rodríguez, el nombre de una lápida, pero en los campos, en las piedras, en nuestras almohadas, en nuestras vidas siempre Tata. Tata de todos y de todo. Tata de toda la vida siempre Tata, siempre curando las heridas, tocando las frentes de tus niños con fiebre, atendiendo con esa sopita primera. Hasta este lugar llegaron de México, como unos magos de occidente, Ysidro y Herminia, raptaron para bien tu juventud, te proclamaron reina de su prole, Tata reina, Tata sempiterna, TATA, Supertata. Callando los secretos, igual que cuando aireaste en estas eras aquellas mieses, aireando entre nosotros los soplos y los bienes; encendiendo en el pasillo las luces contra el miedo. Tata de Balarroja y de Chárek, de Cipión y de Toby. Tata que cuidó una urraca en la cesta de la ropa. Tata que yace aquí pero que sigues siendo nuestra Tata para siempre, hasta que lleguemos a tu mismo reino, tu corazón latiendo siempre en nuestros sin coraza corazones. Tata de pendientes sin pincho en tus orejas grandes, suaves, tus orejas como de seda y heno, pendientes dorados con una perla gruesa, pendientes que no pinchan, igual que el rosal que tú naciste. Tata del cielo y de la nube, del día y de la noche, Tata en el coche. Este cementerio es hoy Tata. Ninguno, nadie, nada podrá ser nunca Tata, pero hemos de soplar alegrías, soportar dolores, quebrantos convertir en energía, querer como siempre, como tú, o casi como tú, inquebrantable, nos querías. Tata en la vigilia y en los sueños Tata, Tata de nuestros hijos, Tata nuestra, cielo nube roble cachorros desayunos sábanas limpias tortilla de patatas viajes meriendas de pan con chocolate domingos sin ti, vidas contigo. Estas lágrimas por ti. Morimos nueve junto a ti, Tata, nos llevas cielo azul en volandas, antorcha en cuevas tenebrosas. Nueve vidas mueres con tu vida y en nuestras nueve vidas te mantienes. Un hueco insaciable ya para siempre, el número perfecto de tu ausencia, una fórmula matemática, un temblor de la Tierra, una humildad en la fértil tierra negra de los bosques, una bandera, nuestro amor, el amor que te ha constituido, por el que fuiste: TATA. Tata siempre. Tatita. Nuestra Tata.

 

Texto de los nueve para el entierro de la Tata, Llamera,
18 de septiembre de 2022.



Junio 1955, Gijón, abajo con la abuela Oliva nacida en esta ciudad en 1905



1958, con el mayor de los hermanos, Ysidro a los tres años
Poo de Llanes, 1971, María, la Tata, 
Hernán (un año) y Miñu


La hortelana en Asturias



El tío Lano y mamá Herminia, nietos y ¡bisnietos!,
Tata en el centro cumple 95


Con Miguel Ángel, este verano,
en Llamera, a un mes de su
fallecimiento mostrando la sonrisa

Con solo una pequeña representación de la
familia, cumple 97 años, 14 de febrero de 2022


jueves, 7 de julio de 2022

Rollitos de primavera rellenos de caviar

rollitos de primavera rellenos de caviar: 

las intenciones mal entendidas de la guerra de Putin

Se ha establecido el lugar común de que la Rusia Putinesca ha fallado con su invasión de Ucrania porque pretendía un ataque relámpago, colocar un gobierno títere y hacerse con el país en un pispás, para, finalmente, frotarse las manos. Que ha perdido de antemano porque no lo ha conseguido y se está sometiendo a un desgaste militar inminente.

Palabra de geoestrategas, coroneles, generales y políticos. Amén. Y luego, el periodismo en masa y nosotros el vulgo cacareamos la verdad. El único análisis.

Imagen: Global Citizen
 



¿Y si no es así?

 


Es que no es así. Putin está a otra cosa. Alexandr Dugin (La Cuarta Teoría Política, 2009) lo asesora espiritualmente, ideológicamente. El filósofo estructura el pensamiento de Putin y da forma al verdadero plan detrás de. Previamente, hizo su ronda por la China supersónica, celebrando con el sigiloso Xi Jinping la ingesta de langosta strogonoff, champán —ineludible el exotismo— y rollitos de primavera rellenos de caviar. Y Occidente ignora por completo la posición real del dragón milenario, cuyo único gran declive histórico se lo debe precisamente a esas potencias que hoy representan el mundo expedito de las democracias liberales, donde anida y eclosiona el progreso —ético también— de la humanidad, donde debería, donde parece que es posible. Tras dos milenios de calmado comercio exterior, bajo la dinastía Qing, el Reino Unido le sacudió bien a la tierra de Confucio, un tercio de la población mundial entonces, en el siglo XIX, con la maquiavélica Guerra del Opio, pacífica sustancia. Reino Unido se apoderaba de Hong Kong en 1841 —que no devolvería hasta hace un lustro—, al tiempo que abría el comercio ventajoso a otros países occidentales con China. Japón, pueblo bastante más belicoso en aquel entonces, a cuentas de Corea, también la agredió victoriosamente a finales del XIX. Occidente —Reino Unido, Países Bajos, Francia— se inmiscuyó con prepotencia colonialista en el viejo Oriente, el próximo, el medio y el extremo. Así como Japón no sólo perdonó su derrota en el 45, tras los pepinazos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, sino que se amistó con su contendiente, los Estados Unidos, hasta llegar a la emulación y convertirse en parte del Occidente en su sentido abstracto de valores y sistema político, China no se sabe si ha perdonado o no. La aparente asimilación al mundo occidental es sólo el embeleco de su particularísimo comunismo de signo económico ultracapitalista; artefacto gubernativo de difícil sostenibilidad, cada vez más tendente a la transformación política.  

China no se ha mostrado nunca vengativa, pero ahí guarda probablemente la herida de aquellos escarnios; no resulta fácil valorar hasta dónde llega su arrimo a Rusia, ni hasta dónde la prevalencia de una supuesta axiología por encima de su indudable «éxito» capitalista. No lo podremos averiguar hasta que el plan de conquista mundial de corte espiritualista, a través de la guerra sostenida, puesto en marcha por Putin, pueda seguir avanzando; así que lo ideal sería no saber nunca cuáles eran las prioridades chinas y hasta dónde podría llegar su contubernio bélico con Rusia. La beligerancia verbal de la OTAN —Madrid, junio de 2022— no favorece en absoluto el conveniente cariño que deberíamos propiciar con la China actual, ganándola para el favor de nuestro mundo e intentando que se aleje de la tóxica Rusia infectada de eurasianismo duginiano, todo un proyecto de guerra sin final, destrucción del Occidente degenerado y conquista moral con sede imperial en Moscú. La pequeña Corea del Norte, de parte de Rusia, podría convertirse en el tirachinas ruso hacia el Pacífico —óbviese cualquier homofonía ramplona—, la resortera nuclear de una hipotética alianza euroasiática. Dudas sobre el seguidismo internacional a favor del caudillo Putin podrían ser naciones como Irán, ¿India?, u otros países ubicados entre Siria y Las Filipinas y que por el momento ni siquiera se las tenga en cuenta; podrían adherirse a la causa incluso otras naciones no pertenecientes geográficamente a Eurasia, en geografías nada euroasiáticas, al otro lado del Pacífico y del Atlántico, justo a los pies del adalid norteamericano de Occidente. Y en forma de pequeños fragmentos de caballos troyanos, Putin, Dugin y una cohorte cuyas dimensiones ignoramos cuentan con un aliado disperso en células occidentales de moralidad ultra, que ven más peligrosa la homosexualidad y el aborto que un holocausto nuclear, que no creen en el cambio climático y les importa muchísimo más el cerrar en el establo a la sociedad que proclamar, sostener y magnificar su justicia, libertad e ilustración. Una conquista de siglos, revoluciones de toda índole y mucha sangre derramada que nunca más se quiere derramar. Para estos ultras de uno y otro lado, los caballitos de Troya fascistoides o el verdadero proyecto de bestialismo primitivo del Kremlin, la palabra paz en labios de Occidente les suena a ridícula debilidad.

Como dirían algunos, paz y amor, jijiji,
cosas tontas del "lobby" [sic] Happyflower












Que no, que lo de Rusia no es un Blitz de nostalgia postsoviética, incluso con la intención pseudoimperialista de recuperación territorial, o un arrebato castrense. Que tiene más que ver con las Cruzadas que con las aceifas de Almanzor. Detrás está una lucha ideológica y moral bajo una mentalidad precontemporánea. El mundo multipolar, dicen ellos, frente a la imposición de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos y secundado por Europa. El poder mundial de Eurasia sobre un Occidente dominante desde el siglo XIX hasta hoy, con un pico máximo y creciente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y esta guerra milenarista no se cuece en el relámpago bélico de un solo día. Se cocerá al fuego lento de las imposiciones morales, las guerras de mentalidad, los forcejeos de cambiar a madrazos una civilización por otra, todo lo lentamente que sea necesario, con la pertinacia de las fes; no dar cuartel, probablemente —ojalá no sea así— hasta lograr el sometimiento del mundo libre para un retroceso total, una crisis sin luz al final del túnel, un túnel tan largo como la Historia lo permita. Como bien han metaforeado personas bien informadas como Josep Borrell, si «Rusia es hoy básicamente una gran gasolinera y un cuartel con bombas atómicas dentro», ¡cuidado!, no creamos que todo es una chapuza a punto de extinguirse en la guerra inicua contra Ucrania. Supongo que volteará su mercado hacia el Sureste, se proveerá de todo el material necesario, incluyendo la tecnología que precise su armamento, y seguirá siendo gasolinera y cuartel por mucho tiempo. La locura está de su lado.

Podemos estar ante las puertas del toque de la séptima trompeta. Occidente podrá ganar sólo si sabe a lo que se enfrenta. Que así sea, porque más vale el proyecto de libertad, igualdad y fraternidad pretendido que el contraproyecto de ultramoralidad totalitaria.

 




Tom Waits, Hell Broke Luce

domingo, 3 de julio de 2022

Del poemario en construcción «Servilumbre»


Campos Asfódelos 

[Exégesis precisa para proceder a reírse cuando se lea el último verso: estos Campos de la mitología griega conforman el Masallá, junto a los Campos Elíseos y el Tártaro. ‘Campos Asfódelos’ se llaman porque en ellos crecen las flores asfódelas. Se dice que los muertos comen y se nutren de estas flores (flores y muerte aparecen también en ese dicho popular de «criar malvas», que no es otra cosa que «morir».]


 

[…] si por ventura vierdes 
aquel que yo más quiero,
decilde que adolezco, peno y muero
[…]

San Juan de la Cruz, 

«Canciones entre el alma y el Esposo»

del Cántico espiritual, s. XVII, 1622.

 

 

Si por ventura vierdes

a Aquel que yo más quiero,

decidle que adolezco, peno y me como unas asfódelas.



Pueden leerse otros dos poemas del mismo futuro libro Servidumbre en:

http://diariusinterruptus.blogspot.com/search/label/Servilumbre





sábado, 18 de junio de 2022

Mediocridad literaria y mundo editorial


 Necesitamos hacer una pausa en el camino, por si es poca la pausa que provoca una parálisis; días de inacción por exceso de dolor. Ante la rigidez corporal sólo nos queda seguir tratando de flexibilizar la mente. Lamento. No hay otra salida. Los días son el aceite que nos fríe y nos fríe y nos fríe hasta que quedemos completamente fritos, en una caja almohadillada, en una urna.

 

Usada con prudencia, la ira es necesaria para hacer justicia y detener el aumento de los vicios; el príncipe vengará las ofensas públicas, no las particulares; perdonará las ofensas hechas con anterioridad a su reinado. También es buena la ira que mantiene animoso el corazón para vencer dificultades. Conviene disimular la ira y las injurias con las propias hazañas. Todo lo que pueda airar al príncipe se presentará con blandura; es ofensa para éste haber tenido testigos en momentos de ira. Saavedra Fajardo, Empresas (1640).
Nuestro mejor y peor aliado es la rabia. La rabia nos libera de la melancolía, pero fácilmente se transforma en ira y, ya lo dijo Saavedra Fajardo, muy próxima está la ira de la locura, de la que solamente el tiempo de duración las distingue.

Y la rabia accede puntualmente al comprobar el imparable ascenso de la mediocridad, estar ocupándolo todo, hasta que no quepa un solo destello de lucidez. 

Bueno, venga, va: tampoco exageres. La lucidez es la forma última y sólo humana en la que puede transformarse el aire, inflamado por la inteligencia, es escurridiza, por poco sobrepuja a la misma muerte y siempre encontrará una rendija por la que infiltrarse, aun en la atmósfera más densa de mediocritas. 


William Blake: cuando la lucidez aparenta locura 


Sucede sobre todo ese acceso de la podredumbre est-ética en la literatura. Sucede sobre todo porque no se le da la importancia que tiene. Ernesto Sábato, en su búsqueda de Dios, hizo la intentona de tomarse en serio a Santo Tomás de Aquino, pero aquel grueso tratado de silogismos con premisas más que dudosas y enrevesadas tramas escolásticas para llegar, tras un laberinto de curvas deductivas, hasta la existencia del empíreo, los coros angelicales y el Señor nuestro Dios, no hacía sino caérsele de las manos una y otra vez, hasta poder golpearle el dedo gordo de un pie y dejárselo como una berenjena; volvía entonces el venerable Sábato a las novelas y leía en las mejores piezas de la literatura universal los ecos de la memoria humana, el sentido de la vida, la intuición casi nunca revelada axiomáticamente sobre todo cuanto abruma a nuestro entendimiento: «Prefiero leer una buena novela de los grandes escritores, que contienen las grandes verdades, incluso el problema de Dios». Esas aproximaciones a la verdad lo colmaban muy por encima del teólogo medieval más importante, contrapunto ulterior de Agustín de Hipona. 

En la buena literatura encontramos el bastón que nos permite transitar entre las ruinas o entre los campos de margaritas, la vida paralela que alumbra nuestro transcurrir y posibilita la permanencia hasta que el azar nos diga basta. Ahora bien, si están pensando en leer a Cármenes Morlas, Marías Duheñas, Juanicos del Valde o Evas García S. del Ortouri, definitivamente, láncense preferentemente sobre Tomás de Aquino. Que no nos estafen, que el arte es muy largo y los días, breves. Y vigillen la ira cuando los vean aparecer por los medios, en la televisión, con su artefacto en mano. O no: mejor rabiemos, demos rienda suelta a la rabia antes que caer en la Melancolia vulgaris. Y den vuelta a la página, cambien de estación o de canal. Simulen que no vieron.

 

Libros del axedrez dados et tablas

ALFONSO X EL SABIO.

España, s. XIII.
Biblioteca del Monasterio del Escorial. Patrimonio Nacional.


Buena culpa de que las piezas literarias llamadas a obtener un cierto grado de notoriedad presente sean cada vez más difíciles de encontrar en el torrente excesivo de publicaciones la tiene el monopolio de las editoriales, que han convertido definitivamente la literatura en un mercado sin pretensiones de lucidez, excelencia o, siquiera, de contener una miaja de belleza, sólo resultados contables. Una mercancía urgente de vender, pasajera, fungible; buenas para leer en el retrete y con sus páginas...; no sigo. Pero, ¡ojo!: en un torrente de cerca de 100.000 publicaciones anuales en España, con cerca de 3200 editoriales existentes, a la fuerza se cuelan cientos, probablemente algún millar de perlas literarias. Perlas, no diamantes. De estos, en todo el mundo, ¿cuántos creen que puede producir la hummanidad cada año? Más de uno, he aquí lo drammático, se pudrirá en algún  cajón.



Por fortuna, y más allá de editoriales clásicas consolidadas, que se mantienen independientes de los dos grandes grupos (Planeta y Penguin Random House) y publican con mayor criterio de calidad —Anagrama, Alianza, Cátedra, Gredos (grupo RBA), Akal, Edhasaetc.—, además de los sellos deglutidos por dichos grupos pero que mantienen las líneas editoriales originales, en pos del prestigio que los fundó (Tusquets, Destino, Taurus, Seix Barral, etc.), existe un abanico enorme de medianas y pequeñas editoriales, con editores valientes que se atreven a rebuscar entre autores olvidados, vivos o muertas, aún por traducir o simplemente aún por descubrir, o contemporáneos incardinados en esa corriente de sabiduría que supone desde la Antigüedad la palabra escrita. 



Los dos gigantes aludidos, Planeta y Random House, que poco a poco van acaparando los sellos independientes, tragándoselos, gustan de publicar mayoritariamente farfolla, filfa, superchería literaria o recetas de cocina. Se publica, no por la calidad de la materia sino por la visibilidad de los rostros o las marcas que se enganchan a la corriente de los tiempos y preceden con su imagen la autoría del producto. De este modo, advenedizos con escasa formación, arribistas de la fama, políticos y expolíticas, jueces populares, jubiladas cursis, cocineros, deportistas y cantantes pop, lo que caiga proveniente de los platós televisivos, escriben sin parar, les publican y aparecen, libro en ristre, en entrevistas dopadas de publicidad. En ocasiones incluso son las editoriales las que contactan con protoautores y protoautoras que nunca dicen no y vierten sus chorradas sin vergüenza. Una sección dentro de la gran factoría de libros, un grupo de correctores se encargarán de afinar el texto, corregirlo hasta hacerlo irreconocible del original, sobreescribirlo o directamente encargarse por completo de su factura tras los datos proporcionados por el falso autor de turno. La mediocre con ínfulas de Safo sobre un diván, quien promociona en entrevistas patrocinadas su libro, vociferado hasta el martirio. El pobre desgraciado que se pone a ganar premios inopinadamente con libros que, ante el intento de abordarlos por no opinar sin saber, lo único que provocan es una infinita vergüenza ajena. Hasta despertar nuestra rabia. 

Autor que se precie, debe declararse siempre, junto al artificiero Borges, el nobeloso Cela y tantos otros que han destilado opiniones semejantes, mejor lector que escritor. Leer, aun con los ojos rapaces de quien además tiene por oficio el de la escritura, es siempre un placer. Escribir es una actividad artesanal que requiere mucho esfuerzo y trabajo para producir algo medianamente digno. No tendremos la desfachatez de un autor tan popular como James Ellroy, quien, interpelado por el periodista acerca de Flaubert, osa decir que no sabe quién es ése y que a él no le interesa ningún escritor, que él no lee nada, que lo suyo es tan sólo escribir. 


Sobre autoras y autores presentes que puedan suponer para usted una revelación raptada por el desprecio de los grandes gigantes editoriales —yo me abstengo de hacer sugerencias, como han podido ir comprobando en las imágenes—, además de las insoslayables librerías, tienen Internet para rebuscar en los catálogos de medianas y pequeñas editoriales, las más meritorias en muchos sentidos. Les nombraré algunas: El Acantilado, Libros del Asteroide, Nórdica, Sapere Aude, Sexto Piso, Errara Natura, Pre-textosImpedimentaRenacimiento, Páginas de Espuma,  Menoscuarto, Círculo de Tiza, Periférica, Ars Poetica, VisorHiperiónMinúscula, Pez de Plata. Me dejo seguramente alguna, porque cito de memoria, por ejemplo Bartellby o Valdemar. 

https://editorialsapereaude.com/


Con distribución desigual y puesto que no es viable para una pequeña editorial colocar un nuevo título en todas las librerías de España e Hispanoamérica —máxime de un autor a quien pocos o casi nadie conoce— (la sangría económica acabaría con la editorial de un solo golpe) es necesario preguntar, solicitar catálogos o, como se dijo ariba, tirar de Internet para zambullirse en sus fondos.



Bienvenidos a la difícil decisión de entrar en las librerías y abstenerse de fijar la vista en las cabeceras de góndola o grandes pilas presididas por el rostro del autor o autora, para rebuscar entre los anaqueles los libros guardados de canto, casi imperceptibles, que están clamando para entrar a consolarlos a ustedes, para agitarlos, para ponerles en la ruta de la memoria humana. Enseñarnos algo. Destellar para nuestra perplejidad los indisolubles brillos de la lucidez.




Vivos, magníficos, llamados a perdurar y... ¡editados!


¡COMPRE!






Pues sí, hemos perdido la vergüenza


lunes, 18 de abril de 2022

Putin. Ante la aniquilación del progreso ético

Putin. Ante la aniquilación del progreso ético


 

Imagen: Freepik.com
Si dejamos de considerar por un momento que la historiografía —entiéndase, la literatura generada por la ciencia del estudio de la Historia— no es sino un género de ficción basado en hechos reales y prestamos atención a la Crónica primaria escrita en 1113 por el monje Néstor,[1] la fundación de la Rus de Kiev, ya tan familiar, por mentada una y otra vez en artículos de prensa y dado el contexto bélico en que nos encontramos, nació porque los eslavos orientales se encontraban inmersos en el caos y bajo los mandoblazos del imperio otomano, de tal suerte que, hasta las pelotas, pidieron protección a unos tipos rubicundos, de azules miradas y bastante brutales, quienes procedían de la península escandinava, seguramente de lo que hoy es Suecia. Se conocían como varegos o también rus; su jefe: Rúrik. Aquella ciudad-Estado incipiente, Janato, o Kanato, de Rus, mórula de la futura Rusia —pero también de la futura Ucrania— tenía la capital en Nóvgorod (860), a unos 160 km al sur de la actual San Petersburgo. En su lecho de muerte, Rúrik delegó su poder en un familiar llamado Oleg, quien hacía 883 hizo de Kiev la capital de La Rus de Kiev (tal vez deberíamos transliterar Kyiv y no Kiev, en honor a los ucranianos y su manera de traspasar del cirílico a los caracteres latinos su capital; la segunda es la forma rusa, la que más se lee en textos en español). En el siglo XIII, gente verdaderamente bestia, esto es, más bestia todavía, procedente de las grandes estepas orientales, los mongoles, Batu Kan y su Horda Dorada, terminaron con aquella larga saga de caudillos de origen vikingo.

De la imaginería medieval de Batu Kan, unos muñequitos incluso simpáticos,
hasta la visión idealizada contemporánea del guerrero brutal procedente de hostiles praderas orientales

Fuente de imagen:
https://tostpost.com/es/la-educaci-n/4210-la-invasi-n-de-batu-kan-a-rusia-brevemente-las-consecuencias-de-la-inv.html










La introducción histórica nos es útil para sugerir dos cuestiones: la primera, que, a diferencia de lo que cree Vladimir Putin, o mejor dicho, de lo que interpreta, no es que Ucrania tenga que ser Rusia, es que Rusia fue ucraniana en su nacimiento. No hay nada más prostituible que la Historia, porque cada nacionalista la maneja para arrimar el ascua a su sardina. La segunda cuestión: que esas historias de guerras, hostilidad y conquistas a través de la violencia extrema que han ido configurando las naciones del planeta hasta hoy mismo, sitúan al autócrata ruso Putin en el manejo de esquemas cognitivos de brutalidad ancestral, sin participación en la evolución cognitiva, cultural y ética de Occidente. A su voz de mando, como ante la de Hitler en 1939, y aquí está lo más catastrófico, no se enfrentan unos jinetes contra otros en campos de batalla y a espadazos, sino que se bombardea con armas mucho más mortíferas de las que ningún vikingo, otomano, cosaco o mongol pudo imaginar ni en sus más hermosos sueños de destrucción; bombas que destruyen ciudades de gentes que quieren asistir a su puesto de trabajo, salir a dar un paseo al parque, pasear a sus perritos, llevar a sus hijos al colegio o al cine, en fin, gentes que no quieren hacer otra cosa que vivir en paz. Un rudo cerebro de serpiente culmina la azotea de su fisonomía y lo lleva a comportarse como un anacrónico imperialista; en la lógica política putiniana, el uso de las armas, el ejército, la guerra, forman parte indisociable de su acción de gobierno y sus crípticas aspiraciones. De un terrible zarpazo está paralizando el progreso ético de toda la humanidad. Desde la Segunda Guerra Mundial, la mayor atrocidad con que se ha automedicado el ser humano en el decurso histórico del Homo sapiens, el homínido más dramáticamente violento, y atravesando los tiempos de equilibrismo de la Guerra Fría —cuando la estatua de la libertad acarreaba la bandeja del apocalipsis sobre rescoldos de brasas y estufas expectantes—, el concierto de las naciones, el Mundo, vaya, se había ido conduciendo por veredas tendentes a la paz, progresiva consecución de una nueva mentalidad, donde resulta inconcebible la abyección de la guerra como instrumento político, la matanza de otros hombres por un puñado de tierra, por el poder, por la ambición geográfica, por la imposición de la «recta moral» frente al declive de la globalización occidental;[2] quién sabe, tal vez como venganza de su propia infelicidad. 

Europa, Estados Unidos, Japón, México, incluso se podría añadir a China, y a más, hemos mirado hacia las nubes; a Putin se le ha permitido hacer la guerra de manera incesante desde antes incluso de alcanzar la presidencia, cuando era primer ministro con Yeltsin —el simpático borracho que le dio chance al diablo—, sus matanzas, el uso de armas químicas, toda su vesania le era consentida siempre y cuando su destrucción cayera más o menos fuera de nuestro edén. Amordaza al perro ahora. Parece nuevo este asunto, pero ya son dos décadas montando guerras. Ahora, ha mordido en hueso duro. Zelensky pasará a la Historia como lo que se está mereciendo, el último superhéroe de Occidente —que no sean necesarios más—.

No tenemos más remedio los más pacifistas que desearle una muerte inmediata. Algún general a su alrededor, algún héroe traidor debería degollar al malvado Vladimir, el que devora la vida de los niños, quien encierra bajo hambruna, inanición y sufrimiento a ciudadanos presos en sus propios barrios, donde ayer pasearon en destempladas tardes de invierno, pero bien abrigados, con comida caliente en sus casas y paz entre sus congéneres.

El proyecto de existir, el derecho del hombre a la felicidad, la Humanidad en riesgo;[i] caminamos sobre lenguas de fuego, estanques deletéreos y promesas radiactivas por el capricho de un loco. Frente a miles de millones de personas libres, con legítimos proyectos, iguales los unos a los otros —teóricamente, como desiderata—, demarcados en una humana fraternidad, ¿un solo monstruo nos puede poner en jaque? Un solo maníaco ¿a todos nosotros? ¿A todos ellos, millones de rusos inocentes, con sueños parecidos a los de cualquier otro hombre sobre la Tierra? Esto es algo que nunca hemos podido comprender, algo que la filosofía ha denunciado desde tiempos de la Grecia clásica, pasando por los hombres del renacimiento, por el pequeño libelo Discurso de la servidumbre humana de Étienne de La Boétie, escritores, filósofos, psicólogos, antropólogos modernos y contemporáneos; esto es mucho más difícil de comprender o tanto como la infinitud del Universo o el comportamiento de la materia subatómica, los más arcanos cálculos de la mecánica cuántica. Creíamos imposible el resurgir de tamaña villanía.

¡Muerte a Putin y paz entre los hombres de buena o mediana voluntad! 

 


El empresario ruso Alex Konanykhin ofrece una recompensa


Imagen: Whatif.com


  



[1] Rainer Matos Franco, Historia mínima de Rusia, ed. El Colegio de México, versión Kindle.

[2] «Personas únicas que arrastran consigo a toda la humanidad. Un nuevo y anacrónico Hitler o Stalin. Habría que matarlo en primera instancia. Detrás de él existe todo un constructo ideológico que se concreta en la figura de Aleksandr Dugin. Al leer las líneas maestras de su pensamiento me doy cuenta de que casan perfectamente con el discurso de Putin. Son antidemócratas, antiliberales, antimodernos. Occidente y Estados Unidos son el mal. La democracia, la defensa del individuo y su soberana libertad o los derechos humanos son excrecencias occidentales. Creen que la civilización de «los blancos» —frente a los «amarillos, los negros o ellos mismos, eslavos no del todo blancos»— es una civilización corrupta e inmoral, donde la homosexualidad prospera y se niega cualquier tipo de trascendencia. Más allá del plano moral, aspiran al dominio mundial de una nueva civilización, un puerco imperio, un renovado continente «euroasiático» capitaneado por Rusia. Mediante la muerte, la muerte, la muerte y la muerte, hasta el exterminio de quienes ellos consideran fascistooccidentales —frente a su explícito «fascismo verdadero»—, aquellos que, según Aleksandr Dugin, detentan el poder y manejan los hilos, se propone el supravillano comenzar a forjar manu militari la reconstrucción de la geografía política que había sido consolidada por la Unión Soviética. Y después, seguir adelante con su proyecto de una Eurasia que abarque desde Taiwán hasta la isla de Jersey.» Recuperado en: http://diariusinterruptus.blogspot.com/2022/02/carta-un-amigo.html

[i] Si observamos los gráficos de más abajo, tenemos claro el progreso humano a lo largo de la Historia en índices muy importantes —enfermedad-medicina, cultura, democratización, hambre, economía, etc.—; sin embargo, cuando observamos la gráfica desde la plena Edad Media hasta nuestros días acerca de las guerras y sus víctimas, muy desgraciadamente el progreso no queda tan claro. Como se dijo en el artículo, la Segunda Guerra Mundial no tiene parangón en toda la Historia humana; las guerras de hoy matan más civiles. Otra cosa es que debamos tener claro también que la mentalidad occidental desde 1945 hasta hoy no ha hecho sino mejorar, civilizarse, aceptar mucho menos la injerencia de la violencia y la guerra. Lo malo es que tenemos todavía en poca consideración a los países menos desarrollados, a los parias de las Tierra y sus «problemas» bélicos. La industria armamentística tal vez tenga algo que decir. Analizado así el asunto, Putin y autócratas dispuestos a matar masivamente y usar la guerra como instrumento político siguen teniendo cabida en nuestro mundo tal y como se encuentra hoy todavía. Nos queda mucho occidente por avanzar. Una revolución del lenguaje y un plan concreto son necesarios para el progreso ético.


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