domingo, 18 de septiembre de 2022

Requiem-Nana por la Tata

En este cementerio pequeño y retirado
se guardan hoy tu cuerpo o las cenizas;
soplas el aire, viento, rizas
las hojas de robles olvidados. 

Naciste aquí. Y aquí, enterrada, te eternizas.

Llamera, norte de León, a 18 de septiembre de 2022


PALABRAS DE TUS NUEVE PARA TI, LINDA NIÑA TATA

Tata linda, Tata dulce, Tata de estos nueve que nos has mecido acurrucados en tu pecho; Tata, a quienes has dormido y acunado, cuánto «Aserrín aserrán, mañanitas de San Juan» y «El Gallo Kirico», al que hoy nada le ensucia el pico y asciende a la veleta de un tejado, movido por el viento de este cielo de Llamera, a este punto exacto señalando. Tata, te vieron nacer estos pobres robles, los olmos enfermos y los altivos álamos que luego fueron leña. Tata de nueve niños, de cuatro hermanas y de cinco hermanos, en tu regazo como gatitos ronroneando; Tata del colacao y los cafés con leche y panes fritos, y los domingos de misa madrugada, la primera en la iglesia, la primera en despertar con el alba, el alba que ahora besará desde su oriente este pequeño recinto y bañará de luz Llamera, regará de luz donde estás descansando ya por siempre. Tatita, Tata de todos, Tata de tus niños y los niños de tus niños, Tata de la tierra surgida como un rosal sin espinas, toda suavidad, toda perdón, toda caricia; Tata de nuestros tíos y nuestras tías, Tata de primos y Tata de amigos y de novias y de esposas; Tata en la playa, Tata en los prados, en el piso, en vacaciones, sin descanso, siempre Tata como una metralleta de rosas Tata ta ta ta ta, rojas, Tata ta ta ta ta, blancas, Tata ta ta ta ta, amarillas, Tata ta ta ta ta, rosas, rosas, rosas. Tata. Tata nombrada sin descanso; Tatita ¿dónde estás, dónde estás ahora? ¿Tatita dónde vas, Tatita dónde está mi carpeta, mis llaves o mi ropa?; Tatita, me he perdido, Tatita ¿dónde estoy, Tatita, dónde estamos?... Tatita ¿en tu memoria? Tatita ¿en ese corazón que ardiente es todo alfombra? Tata del camino hasta la escuela, Tata de la escuelina de este pueblo, Tata del pueblo, Tata de los vecinos; Tata también del Cristo y de María, Tata del santoral y del Rosario, Tata de la oración en el silencio, Tata por los demás pidiendo, Tata, siempre lo que tú misma entregabas y nos dabas, te entregabas toda, sintiendo. Tata de la modestia, Tata de la humildad, Tata. Tata del campo de las patatas. De las patatas fritas, Tata. Aquí Dionisia Rodríguez Rodríguez, el nombre de una lápida, pero en los campos, en las piedras, en nuestras almohadas, en nuestras vidas siempre Tata. Tata de todos y de todo. Tata de toda la vida siempre Tata, siempre curando las heridas, tocando las frentes de tus niños con fiebre, atendiendo con esa sopita primera. Hasta este lugar llegaron de México, como unos magos de occidente, Ysidro y Herminia, raptaron para bien tu juventud, te proclamaron reina de su prole, Tata reina, Tata sempiterna, TATA, Supertata. Callando los secretos, igual que cuando aireaste en estas eras aquellas mieses, aireando entre nosotros los soplos y los bienes; encendiendo en el pasillo las luces contra el miedo. Tata de Balarroja y de Chárek, de Cipión y de Toby. Tata que cuidó una urraca en la cesta de la ropa. Tata que yace aquí pero que sigues siendo nuestra Tata para siempre, hasta que lleguemos a tu mismo reino, tu corazón latiendo siempre en nuestros sin coraza corazones. Tata de pendientes sin pincho en tus orejas grandes, suaves, tus orejas como de seda y heno, pendientes dorados con una perla gruesa, pendientes que no pinchan, igual que el rosal que tú naciste. Tata del cielo y de la nube, del día y de la noche, Tata en el coche. Este cementerio es hoy Tata. Ninguno, nadie, nada podrá ser nunca Tata, pero hemos de soplar alegrías, soportar dolores, quebrantos convertir en energía, querer como siempre, como tú, o casi como tú, inquebrantable, nos querías. Tata en la vigilia y en los sueños Tata, Tata de nuestros hijos, Tata nuestra, cielo nube roble cachorros desayunos sábanas limpias tortilla de patatas viajes meriendas de pan con chocolate domingos sin ti, vidas contigo. Estas lágrimas por ti. Morimos nueve junto a ti, Tata, nos llevas cielo azul en volandas, antorcha en cuevas tenebrosas. Nueve vidas mueres con tu vida y en nuestras nueve vidas te mantienes. Un hueco insaciable ya para siempre, el número perfecto de tu ausencia, una fórmula matemática, un temblor de la Tierra, una humildad en la fértil tierra negra de los bosques, una bandera, nuestro amor, el amor que te ha constituido, por el que fuiste: TATA. Tata siempre. Tatita. Nuestra Tata.

 

Texto de los nueve para el entierro de la Tata, Llamera,
18 de septiembre de 2022.



Junio 1955, Gijón, abajo con la abuela Oliva nacida en esta ciudad en 1905



1958, con el mayor de los hermanos, Ysidro a los tres años
Poo de Llanes, 1971, María, la Tata, 
Hernán (un año) y Miñu


La hortelana en Asturias



El tío Lano y mamá Herminia, nietos y ¡bisnietos!,
Tata en el centro cumple 95


Con Miguel Ángel, este verano,
en Llamera, a un mes de su
fallecimiento mostrando la sonrisa

Con solo una pequeña representación de la
familia, cumple 97 años, 14 de febrero de 2022