Peor que cualquier desgracia que pueda acaecernos sobre nuestra misérrima persona sería padecer la muerte de un hijo.
La palabra huérfano describe
al hijo sin padre o madre o sin ambos; peor y más antinatural resulta el padre
o la madre que han perdido a un hijo/hija, trágica consecuencia que parece,
valga el retruécano, precisamente huérfana de un término que la defina o
incluya. Creo que la misma Real Academia putrefacta se plantea aceptar en su Observatorio de palabras —en este caso lo haría con buen criterio y justicia
léxica, aunque se muestra todavía renuente— la palabra neologismo huérfilo,
propuesta ignoro por quién.[1] Sería apropiado incluirla
sin empacho en nuestro vocabulario y usarla. La Academia habla de la
posibilidad de utilizar una segunda acepción de huérfano o la perífrasis huérfano
de hijo.
[1] Padres de la Federación
Española de Padres de Niños con Cáncer intentan que la Real Academia Española (RAE)
reconozca una palabra que defina ese dolor, huérfilo. 2017.