viernes, 19 de abril de 2019

De Notre Dame al Mare Nostrum, por José L. Vilanova


De nuevo tengo el honor de publicar en este cuaderno de bitácora la siguiente entrada, escrita por mi amigo el doctor José Vilanova. Su título podría ser, y es:

De Notre Dame al Mare Nostrum

José Luis Vilanova 



De nuestra señora al mar nuestro. De Notre Dame al Mare Nostrum. 
Se diría que los escenarios son más importantes que sus contenidos, que las personas que los habitan, que los construyen, que les dan la vida; ubicaciones, al parecer, más importantes incluso que quienes han pagado con ella, con su vida, para que tales lugares existan. Tranquilos, que las donaciones ya rebasan con creces las expectativas de restauración de Notre Dame. Los desvelos de los ultras católicos al otro lado del Sena, con su despliegue de cánticos y velas, dejan claro que, sobre todas las cosas, ha de prevalecer «el poder de Dios» (o más bien de sus valedores). 
Pobres en la puerta de una igesia, Benlliure
Olvidando lo que tuvo que recordar el gran Víctor Hugo en sus novelas del diecinueve: que la catedral de París no tiene ningún sentido sin el deforme Quasimodo, «desecho» repugnante de la humanidad, sin Esmeralda la Zíngara, extranjera, despreciable, gitana y rechazada; sin «los miserables» Jean Valjane, condenado a la cárcel por robar una hogaza de pan para su sobrino, carcomido por el hambre, y la huérfana y madre soltera Fantine, aferrada a su pequeña Cosette, excluida y marginada por la Francia injusta y desigual de los reyes de exuberancia rococó y los vasallos de miserias y hambruna. Y mientras tanto el Mare Nostrum será «nuestro» pero no de «los otros». Cementerio de los que tratan de cruzarlo en la simple busca de su supervivencia. Muy lejos de la consternación unánime, de la adhesión de admiración mostrada hacia los poderosos. Ignorados, despreciados, desollados y condenados al miserable abandono por la cristiana Europa; cuando los vecinos de sus lugares de procedencia aceptan compartir su pobreza hasta sobrepasar su propia población. Mientras los bomberos de París son ensalzados (con merecimiento, claro que sí), los rescatadores de vidas humanas en el Mediterráneo son vilipendiados, arrestados y puestos delante de la justicia (?) acusados de «tráfico de personas» (??).
Mientras la derecha levanta muros y alambradas, y prepara devoluciones masivas; mientras la izquierda felicita el Ramadán riéndole las «gracias» a los prebostes del Islam,  y conchabean sin el menor asomo de crítica con quienes sojuzgan, someten, torturan y hasta incendian a sus mujeres. Y mientras unos y otros retienen en sus puertos a los barcos que sólo ofrecen un cabo, una mano a la que asirse y una taza de café caliente.
¿A uno de estos tenemos que votar en los próximos días? Ya nos lo decía el bueno de Galeano: su vida vale menos que la bala que los mata.



 José Luis Vilanova, médico, humanista
                                                                                   joseluisvilalon@gmail.com 
                                                                               Madrid, 19 de abril de 2019