sábado, 29 de noviembre de 2014

Versos inválidos

a méxico
 (para leer mientras suena al fondo débilmente huapango de Moncayo o La noche de los mayas de Silvestre Revueltas)


Guanajuato, Querétaro, Comala,
Distrito Federal y Cuernavaca,
Pátzcuaro, Jalisco, Zempoala,
Sonora, Mazatlán y Tamaulipas.
Qué sé yo, son nombres que resuenan
y les dicen a mis genes que no hay tiempo,
que emigré con ida y vuelta a mis ancestros,
que ni soy de allá ni soy de acá ni de este centro.
Como dice el corrido, yo prefiero
que al pie de los magueyales
me entierren y no en un arcón de tabla;
sí que me cubra la tierra,
no sé si de hombres cabales,
sí una tierra mexicana;
donde vengó mi nombre el azar,
sólo por llamarme Hernán.
Que debajo de un nopal incierto
mi carne desaparezca
y mi hueso se confunda en el desierto.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Versos inválidos

había aprendido

Por fin, cuando sabía lo que era
el placer de vivir sin más complicación
que el día a día y aliado con un carácter inconstante
evadí los vicios más inmoderados
y me bastaba la jam session de mi reproductor,
un vaso de whisky y un cigarro
para satisfacer mis más recalcitrantes hedonismos,
cuando por fin había aprendido
que también los placeres se domeñan
como dóciles animalitos indefensos
y retozar con mi mujer era bastante
y hacer buñuelos los domingos
a mis hijos
era una ofrenda máxima
y miraba con desdén la conquista de los reyes,
los oros, las glorias imprudentes
de una historia trufada de patanes,
cuando invité a Benjamín Franklin a mi escritorio
y me compuse trece leyes propias
como un pueril y envanecido Rudyard Kipling
y Montaigne y yo nos arreglamos
para reconocer en cada acto cotidiano
un pretexto para el goce,
cuando Epicuro se hizo norma
y el viento de la vida empujaba la embarcación a mis antojos,
llegó el azar avieso
y a la vuelta de un cruce de caminos
me hirió sin el lujo de la muerte con sus cuernos de metal
Satanás, o algún sicario de los dioses,
y me tiró del caballo como a un Saulo
sin fe ni fatuidad ni designios improbables,
y me robó casi todo en la vida,
agarrotó mi cuerpo,
me asexó definitivamente,
privó de la caricia a mis dos manos
y me dejó la inteligencia sola
en una isla donde habita náufraga sin alas
y mis amigos me visitan
condenado a vivir con el enigma.

Le vendo el alma a quien la quiera.