sábado, 24 de noviembre de 2012

Algunas lecturas

En medio de la vorágine diaria, con ayuda de algún que otro café, entre horas de superviviente y padre de familia, los libros sobrevuelan nuestro desorden diario esperando que les extraigamos la mayor cantidad de néctar posible, que los desvirguemos definitivamente.
Me miran desde mi mesita de noche, desde mi escritorio, se me cuelan en la cartera que llevo al trabajo para ver si me los leo en un descuido, mientras espero en alguna oficina administrativa (v. gr. el otro día leí un buen número de páginas mientras tramitaba el pasaporte), o mientras espero mi comida en caso de comer fuera de casa en algún restaurante.
Muchas de estas lecturas vienen más o menos exigidas como bagaje necesario para transitar por la novela que estoy escribiendo, Abril decide; otros textos se meten de rondón, sin habérselo pedido nadie, y se saltan el orden de fila o prioridad, y son leídos antes que quienes aguardaban desde hacía tiempo.
En mi escritorio, entre muchos, Los grandes maestros espirituales, de Karl Jaspers. Con esta lectura redescubro algunas maravillas, por ejemplo de Lao-tse (su visión de la guerra y la violencia), pero también descubro a este psiquiatra y filósofo muy a tener en cuenta. La Alemania nazi le ofreció salir indemene del infierno a cambio de la delación de su mujer, Gertrude, que era judía y estaba escondida; por supuesto él se negó. Lo expulasaron de todas partes, de su cátedra Descartes en la universidad de Heilderberg. Pero tras la guerra, puso todo su esfuerzo en que se limpiara la institución de docentes filonazis y escribió un libro muy duro y autocrítico sobre la culpabilidad alemana. A propósito de nuestro presente, debe notarse que Jaspers escribió en el 66 El futuro de Alemania, donde arremete contra el poder oligárquico y la falsa democracia de la República Federal Alemana (que es como decir, la falsedad de las democracias occidentales), cuya respuesta social, crítica y política fue tan negativa que se largó a Suiza a vivir y donde se nacionalizó. Allí moriría en el 69.
Librería en Tequisquiapan
Otros libros sobrevolando: Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, de Marvin Harris (lo compré por ahí, en una pequeña librería de Tequisquiapan); sigo a trompicones con una pésima traducción (sorry) de Bosquejos de infancia y adolescencia, de Thomas de Quencey; ando picoteando, por exigencias de Abril decide, la novela que escribo, en textos de varios filósofos clásicos y no tanto: Leibniz, Espinoza, Vattimo...
Siempre caigo en fragmentos de David Thoreau, Walden, Desobediencia... Sigo con El único y su propiedad, Max Stirner, visioanrio. Ciroan y su Historia y utopía es inagotable, vuelvo sobre las mismas frases una y otra vez: "¿Quién se rebela, quién se subleva? Raramente los esclavos, pero casi siempre el opresor convertido en esclavo". O "...tengo amplios puntos de vista sobre todas las cosas. Y tanto, que ignoro dónde estoy en realción a cualquier problema".
Prometí que leería la última novela de Javier Marías, la del premio Nacional rechazado, y la estoy acabando, Los enamoramientos. Y resulta que voy a tener que mantener mi favorable opinión sobre el autor, pero no voy a decir nada de la novela, que la voy a terminar, pero que me ha decepcionado por muchas razones perfecta y literariamente justificables. Por cierto, ¿quién decide, qué inteligencias están detrás de hacer mejor novela del año esta de Marías? Indudablemente estamos en crisis. Callo.
De pronto, entre medias, cae una novelita de Marguerite Duras: Moderato cantabile (súper-ventas en su época, nouveau roman). Bien. Pequeña desolación provinciana, aprehensión lírica. Me deja un poco insatisfecho y digo a aquel que la comaparó con la otra Marguerite, Yourcenar, que no, que no es comparable. No tanto por calidades, sino sobre todo por registros. Me quedo con la belga. Moderato cantabile, punto de vista totalmente subjetivo, es una novelita envejecida y pobre.
Me voy, antes de seguir irreverenciando.