miércoles, 12 de enero de 2011

Noble eclosión

Muy de Hermann Hesse es aquello tan retóricamente espiritual de que algunos seres que vemos semejantes a los humanos no han alcanzado en realidad este estatus, y permanecen en una fase previa en esta particular metamorfosis del alma. La cosa no puede ser más boba, porque es un desliz etológico-metempsicótico (¿cuál es el adjetivo de metempsicosis?). Pero vale como metáfora, y decía Hesse que algunos se quedan en lagartijas o en ratas o en lo que sea, y no llegan al final de sus días a ser hombres en su total desarrollo. La diferencia entre Hesse y yo (entre otras, claro) es que él se pensaba seguramente metamorfoseado en hombre y yo de mí no estaría tan seguro. No sé qué clase de animal, pero tal vez un cabestro o un mono barrigudo, que no está lejos en la escala evolutiva de nuestra especie.


No soy ni sombra de lo que seré

El día que al menos me dedique a lo que quiero, seré un mono feliz. Subimos peldaños, pero la excelsitud espiritual es algo para lo que necesito un par de reencarnaciones o tres. Tres generaciones para formar un caballero. Pues eso.


Remedio a desalientos
y vestigios de sombra,
se apociman las palabras
en caldo resurrector de ambages y cimientos;
borbotea dentro un ser distinto
―como el príncipe Jenri,
crisálida gamberra y luminosa
para la regia eclosión de ser al fin Enrique IV―
pero no halla nunca el punto de inflexión,
la gravedad postrera
que rompa el cascarón de
la sutilidad.
¿Qué decepción final nos hará mudos?


Extraído de En honor de la verdad.
Este poemilla bien podría terminar como "¿qué decepción final nos hará libres?", porque en el contexto tienen mucho que ver.


NOTA siete años después: gracias a la lectura de Alex Baer, vuelvo sobre esta entrada escrita hace más de siete años. Sabemos que el azar es lo menos azaroso que existe, pero a veces esta cuestión de la casualidad alcanza dimensiones grotescas. Al pie de la imagen de una sombra de rana a través de una hoja de árbol escribí: "no soy ni sombra de lo que seré". Cito a Hermann Hesse para hablar de metamorfosis, como introducción a un poema, un poema del que recuerdo muy bien dónde lo escribí, al menos en su primera versión: en la sala de espera de Urgencias en el viejo hospital de Oviedo, donde Mercedes y yo esperábamos a que nuestro hijo Guzmán fuera atendido (él tenía entonces ocho años). La sorna del azar es que no sabía entonces que me iba a reencarnar en vida, y dos años y tres meses después, en Querétaro, México, iba a sufrir un accidente de moto del que resultó esta tetraplejia. ¿Qué connotación adquiere entonces aquella extraña premonición de "no soy ni sombra de lo que seré"?



2 comentarios:

  1. Entiendo que ''estadío'' significa lo mismo que ''estadio''. ''Libres'' sería una opción pues puede concebirse la libertad personal (no natural o política) como aquel aislamiento sin interferencias donde es innecesaria la comunicación verbal. En fin. Saludos.

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    1. Estimado Alex, muy sutil. Gracias. "Estadío" simplemente no existe, que yo sepa. Es un error. Lo corrijo. Saludos.

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