jueves, 4 de agosto de 2011

II La escapada. Pescaíto frito.

Querida familia. ¿Cómo está Cip? Es curioso, aunque me acuerdo de vosotros a todas horas, también me viene a la cabeza Cip. Dadle unas caricias de mi parte. En estos días de viaje he logrado cruzar civilizadamente la península, con mi coche, con dinero en mi cartera, escuchando las noticias en la radio. Tuve la tentación de parar en Madrid y ver a vuestra abuela y algún tío o tía. Lo cierto es que están casi todos veraneando, así que... Pero rápidamente corregí mi pensamiento. Era peligroso sentimentalmente parar a visitar a la familia, porque mi corazón podría haber entonces tirado del hilo y llegar hasta vosotros, atraparme el recuerdo vívido y llegar el arrepentimiento. Habría dado la vuelta y regresado con vosotros. Pero no. Como os escribí en esa nota personal que dejé sobre la mesa de la cocina, mi decisión es irrevocable, no tiene vuelta atrás. Mildred, no te preocupes por mí, porque tengo dinero, y la zona donde llegaré mañana, Marruecos, es más barata que España. Todo el Magreb lo es. Con suerte el dinero me durará bastante tiempo. No obstante, mi plan, como bien sabéis, es terminar viviendo sin dinero, ya veré cómo. Sobre el teléfono móvil, no intentes llamarme ya (por poco me haces volver, y no me podía arriesgar ni un minuto más a repetir nuestra conversación), lo he triturado pasando con el coche por encima de él repetidas veces. Luego, lo he rociado con un poco de gasolina y lo he quemado. Qué sensación tan placentera.
Estoy en un bar con Internet, así que os escribo estas líneas para que sepáis de mí. Estoy en Cádiz. Mañana cruzaré el Estrecho. Seguiré contándoos mañana, pues el camarero me ha traído mi cerveza y mi ración de pescaíto frito: ¡Qué deliciosa vida parecen llevar aquí en el sur! Mildred, ya me conoces, estoy disfrutando del viaje desde ya... Mis ojos están ávidos de descubrimiento. Mi particular y, espero, pacífica Odisea, ha comenzado. Estoy indudablemente condolido con la separación, llevo ya una especie de desgarro en el pecho, si pienso mucho en vosotros las lágrimas asoman al borde de los ojos; pero hay una vibración dentro de mí, es la libertad, que bulle. Sumo optimismo, dicha plena, presentimiento de que sabré encontrar la sofrosine, la ataraxia, el equilibrio (no tengo nada que ver con esos espíritus misticoides, new age; hablo de otras búsquedas). Renazco en vida. Y al cabo, amores, ¡estoy tan persuadido de que en unas semanas, en unos meses, en unos años, cuando vosotros me lo pidáis, estaremos juntos!
Mildred, como hemos dejado todo preparado, los bancos no podrán quitarte nada, la casa está a nombre de John y Martina; el seguro que tienes sobre tu mesa dice que tienes derecho a una indemnización en caso de que el cónyuge abandone el hogar. Y es lo que ha pasado, así que tienes esa cobertura. Sobre el resto de las deudas de esa mierda de empresa, no importa absolutamente nada. Nada podrán hacer. Todo está disuelto. Como el país, como Europa, como el mundo.
Tuve también la tentación de plantarme en Sol antes de bajar hasta Andalucía, y quedarme unos días con los indignados. Están cargados de razón y de inteligencia, ojalá sepan encauzar sus planteamientos de un mundo mejor. No lo sé.

Un beso.

p.d. Llevo conmigo unos cuantos libros en la maleta. Ahora, como siempre, son de mis mejores amigos. ¿Cómo decía el poeta árabe, Mildred? "Un libro es un jardín que se puede guardar en un bolsillo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario