La pequeña historia de Ivo, Margus, Ahmed y Niko en un rincón de Abjasia se ensancha hasta alcanzar la dimensión de lo tremendamente humano. Más allá del recurso estilístico de la alegoría, sin clichés, la película de este director estonio se erige como un delicado monumento al alma humana. Alegoría sí, pero con personajes veraces, no meros arquetipos al servicio del lugar común y la sarta de correcciones políticas o consignas panfletarias. Por cierto, un monstruoso detalle sobre el director: nacido en 1966, murió en diciembre de 2019 de un infarto, Zaza Urushadze. Estas Mandarinas tienen la humanidad como principal ingrediente. El respeto, la absoluta importancia de la vida de cada hombre, de cada muerte. La introspección psicológica de los personajes es delicadísima y profunda, progresan sutilmente sin perder nunca la verosimilitud. La belleza de las imágenes en un pequeño rincón donde prima la naturaleza y una plantación de mandarinos sobrecoge en su intimidad, carente de toda pretenciosidad. El director además se hace dueño y señor del ritmo narrativo sin un ápice de excrecencia, de grasa sobrante: ochenta y tres minutos aproximadamente de metraje magro, donde no se confunde el ritmo cadencioso con el pasmo de la lentitud.
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| Ivo, Margus, Ahmed y Niko |
El entrañable Ivo (Lembit Ulfsak), carpintero medio viejo ya, barba blanca y mansedumbre en la mirada de sus ojos azules, mediante su intervención benigna, un altruismo nunca amanerado —al revés, el tipo resalta por su adustez—, va transformando la vida interior de un georgiano, Niko, y un mercenario al servicio de la causa abjasia, Ahmed. Ambos pertenecen a los bandos contrarios de la guerra, y sobreviven a duras penas y a pesar de sus heridas tras una escaramuza que tiene lugar prácticamente frente a la casa del protagonista. Ivo y su amigo y compatriota Margus, estonios, desubicados pero atados a la tierra donde viven por razones diferentes, acarrean los cuerpos de los soldados hasta la casa del primero, los encaman en habitaciones separadas y sacan adelante sus vidas con la ayuda de un amigo médico, vecino en las proximidades de la comarca. Ivo ayuda a su amigo, para quien fabrica caja tras caja donde ir recogiendo las mandarinas. Margus parece empecinado en sacar adelante el negocio de los pequeños y dulces cítricos, incluso en el adverso contexto bélico que los rodea; la recolección apremia si no quiere que se estropee la cosecha. Con estos elementos, en el trasfondo de la Guerra de Abjasia de 1992-1993, se elabora una historia de personajes complejos, quienes arrastran la memoria de su propia intrahistoria, tragedias y esperanzas que los moldean.
Abjasia se mete en una guerra independentista
contra Georgia. Y aquí encontramos el primer resorte que mueve la trama narrativa,
así como la estúpida maldad de los hombres. Nos queda claro, sin una
enunciación explícita, la perversidad que anida en los nacionalismos; el odio
que llevan siempre aparejado. Con la delicadeza de lo sugerido sin necesidad de
profusas proclamas, la película es un canto a la hermandad de los hombres, la
estupidez y vesania de la guerra, la estulticia del territorialismo, las
idiosincrasias artificiosas, ¡atención!, los bastardos rasgos identitarios. Una
película que todo patriota, nacionalista e independentista debería ver alguna
vez, si es que es capaz de observar concomitancias. Pero la falta de
racionalidad, el exceso de emocionalidad envenenada que cancera a todos
aquellos que han dejado desarrollar en su interior la larva del nacionalismo
hace difícil creer que esta humilde joya del cine europeo les haga llegar a ser
conscientes de su propia enfermedad.
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| Lembit Ulfsak |
Pese a la carga de lo inevitablemente trágico, la película nos deja el regusto de la esperanza. De la ética, el último y más alto peldaño de nuestra inteligencia.
La Federación Rusa, el Estado del homus sovieticus, gano la guerra en Abjasia, porque la Rusia Soviética siempre apoyo el separatismo para meter toda su influencia política, económica y militar. La Rusia de los oligarcas de los 90 apoyo el genocidio de los abjasos, como la Rusia de Putín, su cleptocracia postsoviética, aplastó recientemente a Ucrania a sangre y fuego antes de integrase en la Unión Europea; como ahora la Rusia con su fascismo rojo de Stalin y blanco de Ilyin, apoya el Brexit, financia las extremas derechas (o izquierdas si entran dentro de su proyecto euraoasiático), y pone a Tramp a su servicio como presidente actual de los EE. UU. Una locura actual. Europa mostro su debilidad y EE.UU. también durante esa guerra de Georgia en un momento en que Rusia estaba desmoronándose. En 2013, la Unión Europea volvió a mostrarse sumamente vulnerable diplomática y militarmente cuando el imperator Putin y sus tropas invadieron Crimea y pusieron fin al acuerdo de integración de Ucrania en la UE. La Rusia ortodoxa y zarista también venció en los comicios de EE.UU. y ese país tan fascinante y lúcido, se tragó el mayor fraude electoral de su historia con Donald Tramp.
ResponderEliminarRusia nunca permitirá que sus antaño repúblicas bolcheviques escapen a su control (Bielorrusia, etc). En pleno siglo XXI, los separatismos son bienvenidos si la más grande fantasía histórica del pasado puede hacerse real mientras se pueda hackear a Europa o EE.UU y dejarla sin energía, ofrecer ayuda humanitaria o intermediación para una conflicto mientras practican el militarismo y el terror, crear asociaciones políticas con idearios extremos y criminales para destruir la paz, la justicia, la riqueza de los otros. Ciertamente, ninguna joya europea les va encandilar. La ambición y maldad humana aguardan siempre el momento propicio, la esperanza es su mensaje eterno y su mirada es implacable. Abrazos***
Mi querido Alex, gracias por el comentario. Intachable todo cuanto dices. Siempre puede haber matices pero… Por ejemplo, aunque no lo digo en la reseña, Rusia, claro, quería que ganara abjasia, que sería independiente relativamente y seguiría en su estela de dominio. Sin embargo Rusia vendía armas a ambos bandos. Y lo que dices, por otro lado hacía labor «humanitarias» proveyendo medicinas y alimentos. Europa siempre tarda en reaccionar y ahora están dejando a Grecia sola frente a Turquía y sus artimañas fronterizas jugando con miles de refugiados. Para colmo, amenazan a Grecia desde la UE con sanciones. Manda narices.
ResponderEliminarQuerido, tengo clavada tu mirada y el saludo en el Ateneo. Todavía tenemos que apalear una cita. Espero que te vaya bien, sobre todo con el asunto de la salud. Te mando un fortísimo abrazo, querido amigo.
Mi corazón rebosa de alegría cada vez que me respondes. si supieras cuanto me acuerdo de ti amigo. Siempre tu bondad, siempre aprendemos de ti tanto... Estoy bien de salud a pesar de que muy pronto mayo me bendecirá con los años que tu ya sabes. Sé lo mucho que haces cada día para cuidarte y que habrá días para todo... No me importa decir aquí, donde todo el mundo puede leerlo que, a menudo te escribo esos pensamientos que no pueden ¡ay! escribirse sobre este mundo tragicómico. Como si escribieses a un lejano pariente en quien puedes confiar tus inquietudes, la agonía. Y porque tales parientes así no existen en realidad, utilizamos cualquier recurso espiritual con ese propósito. Un cálido abrazo***
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