miércoles, 3 de mayo de 2023

La falacia del dato

La falacia del dato
Pandora, Pandora, ya podías haber dejado cerrada la cajita.
 

Entre la perplejidad de los días, despropósitos políticos seguidos de despropósitos sociales, el absurdo humano, por no hablar de las catástrofes más abyectas como la guerra, se infiltra la falacia del dato; ¡cuidado!, que no es un daño menor, por muchos siglos y milenios que la acrediten. Es la forma más descarada de la mentira. Resulta agotador. Para volverse loco. Pocas cosas más temibles que cuando alguien nos exclama «¡son datos!». 
Tirios y troyanos apelan con rotundidad de jueces a los datos inconcusos; «son datos», «lo dicen los datos», y muestran a cámara —pongamos que estamos viendo la televisión— una gráfica impresa a página completa en un folio plastificado. Allí pueden verse las barritas ascendentes o descendentes, con el propósito de demostrar de modo irrefutable que la deuda externa ha crecido, que la pobreza ha descendido, que el número de médicos es el mayor de la historia, que las listas de espera son mayores que nunca, que la temperatura global en realidad no ha subido, que el gasto público es menor en los mandatos de tal partido o del contrario, etc. etc. El espectador puede contemplar más o menos atónito las líneas que suben y bajan, los años, las coordenadas y las abscisas, las montañitas de colores, las barras rojas y azules que suben o bajan, y lo hace de cuatro formas: el espectador que no se entera de nada (afortunado sea); el que logra ver algo pero no le parece importante y pasa olímpicamente (afortunado sea); aquel que atisba con credulidad unos datos que corroboran su prejuicio (el convencido ideológico); o aquellos otros que, solos o acompañados frente al televisor, exclaman en voz alta «eso es mentira» (otro convencido ideológico). Pero hay un quinto espectador que sufre, que quiere algún tipo de verdad, trata de tomarse en serio la gráfica y sus datos, pero no logra aprehenderlos, y desespera porque un día antes había visto en un periódico cierta estadística que decía exactamente lo contrario; se revuelve en el sillón, se angustia entre las sábanas. En el mismo programa, ese mismo día, en ocasión diferente o en otro canal, un tertuliano o tertuliana de signo opuesto a quien anteriormente había mostrado la gráfica plastificada, enseña a cámara su propia gráfica con las flechas, líneas o barras en sentido opuesto. Difícilmente el espectador llega a vislumbrar la fuente de la que se extrae el dato irrefutable. Suenan redobles de tambor, más difícil todavía: en el periódico, en un vídeo de YouTube, en una página web puede verse con detenimiento la gráfica. El observador se detiene con desigual interés y perspicacia a analizar los datos expuestos. Entonces, se posiciona intelectualmente. Intenta memorizar los datos, porque son datos, caray, y le dan la razón. O, por el contrario, los olvida inmediatamente y despacha la cuestión pensando que se trata de una manipulación.

 

Bienvenidos a la falacia del dato. Si usted cree que existe un cambio climático de etiología antrópica, encontrará un sinfín de datos, mediciones de termómetros, constatación a través del carbono 14, estadísticas expresadas en cualquier formato, no solamente gráficos sino también en forma de listado, mogollón de cifras en favor de aquello que considera una verdad científica; pero si es de esos a quienes llaman «negacionistas», no se apure, también podrá googlear hasta encontrar los datos que, con idéntico cientificismo, vendrán a apuntalar su heterodoxa postura. Además, si usted es de quienes piensan que el cambio climático es un cuento chino impuesto por lobbies interesados, podrá presumir de su heroica postura intelectual contracorriente, contra el pensamiento dominante que imponen los perversos globalistas que lo único que pretenden es dominar el mundo. El Nuevo Orden Mundial. La Agenda 2030, un maquiavélico plan para controlar a la humanidad en una distopía puesta ya en marcha.

El non plus ultra del dato y su maníaca vocación de verdad absoluta acaece cuando, frente a las cifras explicitadas, se omiten esos otros datos ominosos que se encuentran entrañablemente unidos. Por ejemplo, el intento por defender el régimen o incluso el personaje de Franco basándose en ¡los datos!: las cifras económicas de los años sesenta y su «milagro económico», los 40 años de paz, el noveno puesto entre las potencias mundiales… ¿Y los muertos? ¿Y los años perdidos?¿Y el odio? ¿Y la miseria? ¿Y la inteligencia exiliada? ¿Y la hipótesis de que no hubiera triunfado ningún estalinismo aducido como causa suficiente para emprender la guerra e imaginar que España se hubiera aparejado al ascenso de los demás países europeos? Imaginemos por un momento, en el colmo de los optimismos, que, igual que Portugal —a escondidas, encima, aliadófilo—, la República española se hubiera mantenido neutral en la Segunda Guerra Mundial, ¿en qué posición nos encontraríamos ahora? Putada: ¡no tenemos datos!

 

 

Ejemplo de falacia de los datos en un terreno empírico, ¡imaginemos en el terreno oscilante de las pseudociencias y ciencias blandas -Economía, verbigracia-, fecundas en estadísticas de toda laya! (con razón dijo Baroja algo así como que «las estadísticas son el absolutismo del número», simpático atrabiliario, don Pío):

 

En la página web de la Universidad de Piura de Perú encontramos la gráfica de abajo, con la siguiente frase en el artículo correspondiente: «Esa temperatura se ha desplazado como consecuencia de los “gases de efecto invernadero” cuya concentración ha aumentado en la atmósfera y que, de alguna forma, bloquean la radiación que emite la Tierra. El más abundante de esos gases es el CO2  […]».

 


Sobre el mismo asunto, sin embargo, encontramos una científica exposición (Universidad de las Islas Baleares) que dice lo contrario, también mostrando gráficas: «[...] tampoco hay relación [entre concentración de CO2 y subida de temperaturas] en escala de miles de años», y más adelante, nos dirá que tampoco en tiempos históricos más recientes. En YouTube, un vídeo: Dr. Luis Pomar: CO2 y clima: una perspectiva geológica.



1 comentario:

  1. Ominosa banda terrorista de los GAL del socialismo obrero español con sus víctimas y la ETA de tu adolescencia, también sólo son datos. Si te preocupa la veracidad de los datos, preocúpate por lo que la ciencia empírica esta haciéndo por tu salud y deja de decir tantas chorradas.

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