domingo, 24 de abril de 2011

Distributismo

Richard Shawn me envió hace tiempo un artículo de un tal Matthew P. Akers, traducido al español por otro tal Alfonso Díaz Vera, titulado "El distributismo en la Comarca". El artículo resultaba interesante por todo aquello que descubría: el distributismo como vía de justicia social y natural y su relación con Tolkien y su obra magna. A uno, que no es muy tolkienano ni mínimamente seguidor de El señor de los anillos, le gusta esa vertiente naturista y antiindustrialista que subyace en la novela, a favor de un sistema de producción atomizado, natural, humano, justo y pacífico. Sin embargo, resulta algo grotesco que el autor del artículo tratase de desvincular de manera algo contumaz y forzada la doctrina distributista, claramente de su gusto, del ecologismo, la new age y la izquierda, claramente de su disgusto. Aunque sea largo, merece la pena el párrafo para luego comentarlo:


Tolkien y los distributistas no eran verdes como resultado de ninguna ideología política de izquierdas o porque rindiesen culto divino a la madre tierra; ellos más bien consideraban el respeto por la tierra y el amor a la naturaleza como componentes esenciales de su tradicional y conservadora creencia en la familia, en las artes y, sobre todo, en el cristianismo. Ellos pensaban que la moderna industrialización y su desprecio por la naturaleza atacaban los cimientos básicos de las comunidades tradicionales, que estaban basadas en la agricultura y en una relación cercana con la naturaleza. Este ecologismo conservador ha sido sostenido, además de por los distributistas británicos, por algunos pensadores conservadores del siglo XX como: T.S. Eliot, Russell Kirk, los autores de “I’ll Take My Stand”, y Wendell Berry por mencionar sólo algunos.[4] Ellos identificaban la economía industrial y la cultura que producía con progresismo negativo e izquierdismo. De este modo, una sociedad agraria que está cercana a la naturaleza y experimenta sus flujos y reflujos tiene un respecto mucho mayor por el medio ambiente que una sociedad industrial, que enfatiza su independencia y superioridad sobre la naturaleza.


Yo me pregunto: ¿las ideas de izquierdas y derechas deben ser siempre tan respetuosas con sus moldes? ¿A quién interesa eso? Sin duda al sistema reinante, a la industria domeñante y los estados leviatanes. Esas hemiplejias morales, que diría el otro, ¿qué traen de bueno hoy en día? Parece que el ser de izquierda o derecha sí tiene una fuerte tendencia a arraigar como algo primordial en el ser humano; personas con conexiones mucho más profundas que la ideología se separan y enemistan por ello. El no a la guerra, a la destrucción de la naturaleza, a la esclavización del hombre por el hombre, a lo feo, estupidizador y saturante como modelo de vida lanzado y promocionado desde los medios de comunicación, el sí a la vida, a la paz, al respeto por una forma de vida más apegada a la naturaleza (más conservadora por tanto, se enuncie como se quiera), el sí a lo bello, lo tranquilo y lo no estruendoso como forma de vida más provechosa, no debería nunca verse entorpecido por la lateralización política, que es, al fin y al cabo, la forma de gobierno asegurado que ha encontrado el capitalismo industrial a través de Estados partitocráticos. Gobierna siempre el mismo Estado bajo formas ideológicas aparentemente opuestas, lo que mantiene contentas a las dos mitades de la población en ciclos de tiempo alternos. Si esa población espabilara, el sistema tal vez comenzara a encontrar sus fisuras.


Puestos a elegir, este cuadro de Wenzel Peter (s. XVIII-XIX) recoge con más arte esa imposibilidad edénica; la imposibilidad edénica no es la imposibilidad de vivir en mayor armonía con la naturaleza.

La supuesta antinomia de ecologismo conservador versus ecologismo de izquierda ¿es aceptable? ¿No puede una persona con ciertas ideas de izquierda ser también conservador en muchos aspectos, defensor de la familia y ¡las artes! ¿? ? A pesar del leve dogmatismo que asoma, el artículo es muy hermoso y contiene gotas de espléndida verdad.

Desde el dogmatismo cristiano, a la hora de defender un mundo más ecológico, sólo se podrá evocar la inverosímil postal de los testigos de Jehová que una vez recibí, hace años, en mi casa como propaganda, donde aparecía, representado por dibujos de matización infantil, un mundo en el que hombres, tigres y cervatillos deambulan pacíficamente por un jardín edénico.

Sería interesantísimo, casi se diría que primordial, encontrar un distributismo realista en el que quepamos todos, creyentes, no creyentes, agnósticos, ateos, izquierdosillos conservadores y derechosos ecologistas.



1 comentario:

  1. Fascinante, Hernán. Gráfico como una ilustración. Remanso de placer y descanso es pararse aquí.
    Cuanta Democracia se dejaron los hombres por el camino. Se olvidan de la integración fraternal auténtica (sin pretender connotar la palabra en su acepción puramente religiosa). Fraternidad puede englobar en sí misma, esa presuntuosa ''igualdad'' y esa mal entendida ''libertad''. Villartis debería ser algo más que un esbozo no corregido... más alejado de los caminos... Un afectuoso saludo***

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