martes, 18 de septiembre de 2012

El lenguage y la imaginación como únicos motores de cambio: 25-S, movimientos sociales, movimientos de regeneración

Me hago eco simplemente de cuatro enlaces, uno que incide en mi subsiguiente reflexión; otro sobre la propuesta 25-S y las fuentes donde hallar, según reza el autor, información y desinformación sobre el mismo; un tercero también sobre el 25-S y algunos requiebros para evitar la criminalización de los que decidan asistir; el cuarto y último, que tiene que ver con el anterior, sí me parece una auténtica e inteligentísima reivindicación, completamente dentro de las posibilidades del sistema, que la Constitución recoge de forma abstracta y que nunca se ha llevado a cabo (merece la pena detenerse y leer al menos la negrita).

Tengo ya alguna entrada en este cuaderno sobre los movimientos sociales y, en particular, sobre el 15-M. Si algo me hace escéptico en estos movimientos es la aparente falta de unidad, de organización, de fines. No termina de eclosionar lo bueno que hay en su interior. Hay una extraña enfermedad en ellos: el lenguage en el que expresan sus muchas veces justas reivindicaciones está completamente contaminado por la propedeútica de quienes han forjado el sistema. Los sitemas políticos, los aparatos estatales, la burocracia y su administración de alambique, la pedagogía vacua en la que se nos ha educado, incluso la economía y la justicia usan todos el mismo lenguage que los movimientos sociales pretendidamente imaginativos, que quieren inventar un nuevo mundo. En esto, secundo la ruptura absoluta que propone Agustín García Calvo. Se debería inventar un nuevo mundo, sí, y solo se puede hacer inventando antes un nuevo lenguage; porque ahí está precisamente el problema, en la incapacidad de los movimientos hasta ahora surgidos para hacerlo. El mismo lenguage no puede romper el mismo sistema. Por otro lado, otra fuente no contradictoria del escepticismo que generan movimientos sociales material y pedagógicamente producto del sistema, hijos del Leviatán, es que las proclamas que se escuchan en las plazas propenden hacia dos cosas: o resultan miméticos de luchas con un sesgo ideológico ya ensayado y fallido, o da la impresión de que sufren una egotización, según la cual, finalmente, lo único a lo que aspiran los miembros de esa masa reivindicativa es a poder tener acceso a los mismos bienes materiales y privilegios a los que acceden los grandes capitales, los poderes fácticos y los poderes legitimados por los Estados (los políticos). Es decir, simplemente reclaman: "¡qué hay de lo mío?" "¡Y para mí qué?" "Yo también quiero estar dentro". Parece en ocasiones que se escucha. Otras veces son claros y sus propuestas van en la buena dirección; pero nunca llega el auténtico vuelo de la imaginación, el nuevo lenguage, las nuevas ideas.
Siempre he pensado que hay una fuerza desestructurada en estos movimientos, pero también una semilla de algo verdaderamente ilusionante, con propuesta imaginativa de un nuevo sistema (o, mejor, un no-sistema que permita por fin la total libertad de cada individuo) para el conjunto de la humanidad, donde sea eliminada de una vez por todas la injusticia social, la guerra y la destrucción de la Tierra. Dado mi escepticismo generalizado sobre la propia especie y sus capacidades, dudo mucho que algo así suceda; se perciben a las claras las limitaciones intelectivas, el tope máximo al que la imaginación puede alcanzar. Presente en alguna de esas manifestaciones, uno no podía zafarse de la amarga sensación de que no había una inteligencia colectiva, no era concebible el salto tremendo de imaginación y casi locura que hace falta para cambiar las cosas. Las ideas y su referente lingüístico vociferado resultaban pacatas o revenidas, agresivas o insustanciales, egoístas, zarramplinas, pobres al fin y al cabo. El mismo lenguage no puede cambiar el mismo sistema. Pocas veces se conseguía al menos un cierto grado de sentido del humor. Es como si todo hubiera sucedido en la historia, y no hubiera ya nuevas posibilidades. No hay tanta genialidad como para ello. Se acabó la imaginación, se terminó la historia.

En todos estos artículos o documentos, el propósito es noble; pero el lenguage es el mismo. Y, recordemos, el mismo lenguage no puede trasmutar el mismo sistema.

"Desde Chile, reflexionando sobre la crisis económica y social de España, Luis Razeto envía un mensaje a los españoles y los invita a ser vanguardia de un proceso mundial orientado a transitar hacia una nueva civilización".
http://www.youtube.com/watch?v=bHxWSszU0rY&feature=related


Sobre los referidos aspectos informativos y desinformativos del 25-S.
http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/26269-intentando-resolver-dudas-sobre-ocupa-el-congreso.html

Esto otro lo envía un amigo y versa sobre el 25-S.
http://madrilonia.org/2012/09/25s-como-tomar-el-congreso-de-verdad-y-que-no-puedan-desalojar/

Una democracia verdadera es posible.
http://tomatucuota.blogspot.mx/p/documento-2-mas-largo-fundamentos.html

1 comentario:

  1. Las cosas son a pesar de nosotros y para nosotros. Mira la fuerza que hace prevalecer sus designios. Esa energía o trabajo parece crearla el hombre a su pesar y después maldecirla y buscar la cura, el remedio reinventándola contra sí mismo. Las sociedades modernas en cualquier tiempo que se llamaron así, se mueven a torno a cubrir sus necesidades y debilidades. En todo tiempo pretérito se hicieron cosas maravillosas al mismo tiempo que se fraguaba la infamia. La escuela empirista que rompió con Dios y sus secuaces nos predestino por otros derroteros de especulación y progreso técnico al servicio de todos, se supone. Yo veo la Historia en su conjunto como una secuencia turbulenta de crisis y guerras, dominio y autoengaño colectivo, con el dogmatismo religioso y político y su apoteosis en la bomba de neutrones (1958) hasta el accidente nuclear Chernóbil (1986) cuyas tinieblas de partículas llegaron sin duda al norte de España y dieron la vuelta al planeta entero. Por supuesto, grandes prodigios y esperanzas fluyeron simultáneamente, pero no creo que puedan demostrar que la libertad es mayor, como la felicidad sea ahora un bienestar producto de la tecnología y exclusivo del presente. Y en todo caso, a que pocos millones de individuos llego ese acceso al bienestar material a pesar de tantos sacrificios humanos en las contiendas mundiales del siglo XX. ¿Y no es materialmente peligroso ese formidable progreso de industria, comercio y consumo que incluso mata nuestra tierra, asesina nuestra bondad, la inocencia de nuestros niños para convertirla en sus futuros siervos? ¿Y sin ningún remordimiento de conciencia? Aun así no sé qué no me impide sino darme a los demás cuando lo necesitan y tratar cada día de hacer un mundo mejor. En fin. Un gran saludo. Gracias***

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