Gracias a Roberto, a la asociación cultural CEDRO por sus grabaciones y a BooksMovie por incorporar en su fonoteca estos
poemas
El
último poema escogido del segundo audio, Desde
el abismo, versos inválidos, «Sed de venganza», nació de un mal despertar. Nos
atacan los demonios del presente y la bilis negra nos posee. Por eso su
inclemente crudeza. Y en esa crudeza se puede producir cierto grado de
injusticia hacia quienes más queremos, como queda claro en los versos
descarnados. En este poemario, la mayor parte de los poemas nacen de estados
anímicos bajo el ciclón de mi vida tras el accidente y la tetraplejia
posterior. Algún amigo me ha sugerido incluso autocensurarme. Pero de ningún
modo. El poemario está lleno con la verdad de los días; contiene por igual los
dos lados del rostro de Jano, del yin y el yang, el afán destructor y el gozo
voluntarioso que todavía se debaten en nuestro interior. Pero me ha parecido
oportuno sin embargo añadir, en la entrada de mi blog al menos (en la fonoteca
de BooksMovie ya no puedo hacer nada), un poema de amor escrito en este mismo
periodo de mi vida.
Mercedes
Te he dedicado
pocos versos.
Preside, reina,
impregna, invade,
todo lo llena,
el aire todo
es una
sustancia tuya, es vibración de ti,
amada mía,
textura de un deseo innombrable,
de una gloria
que alcancé a tocar y me cubrió,
me cubriste
como dedos de aurora
y ahora que el
momento ya no existe,
que se ha
fugado el hoy y te me has ido…
Tu imagen
fresca reverdece
tantos
instantes inseparables, juntos,
tantos labios,
tu cándido perfil de niña inquebrantable
y esa mirada
tuya, alas de una mariposa de azabache.
Soñé que lo
decías como se pide el pan de cada día,
mirándome a los
ojos cotidianos,
“te quiero”, me
decías.
Era la música
del cielo.
Te tuve, me
tuviste, nos tuvimos
sin saber que
era nuestra la Tierra y sus jardines,
no desdeñando,
sin desagradecimiento,
compañeros y
amantes, un solo cuerpo,
un libar con
las miradas al mismo punto dirigidas
la copa del
amor al horizonte.
Cuando era apenas
púber me enseñaste
tus manos, me
las diste y me salvaste.
Ahora comprendo
el propósito
—no sé si es
tarde— de darte cuanto pidas,
de propiciar
perpetuamente tu sonrisa,
que tu alegría
hubiera sido mi única conquista
obsesiva,
ciega, loca,
haberme dedicado
a sembrar de flores donde pisas
y suspenderte
en el aire para engañar a la edad siempre implacable.
Perdóname por
esta sombra
que me ha
transido a pesar mío.
Te he dedicado
pocos versos
porque es
inútil intentarlo,
y sólo una
palabra te asemeja,
de una sola
manera pronuncio cuanto albergas
y ese vocablo
es tu nombre,
amada mía.
Es tu nombre la
fórmula exclusiva.
No hay praderas
ni flores ni paisajes,
no hay luz ni
claridad ni nada,
sólo tu nombre,
sólo tu nombre,
igual que
aquella vez sobre la arena
¡todo lo puede
el mar, todo lo borra!
Sólo el
recuerdo nos queda. No lo niegues.
Hernán,me ha conmovido hasta los cimientos más profundos de mi ser tanto amor y tanta belleza contenidos en este poema,homenaje a tu amada Mercedes.Siempre es tiempo para expresar a la persona amada el quantum y la calidad de tan excelso sentimientos.
ResponderEliminarElla lo merece.
Os quiero. Margarita