domingo, 30 de octubre de 2011

Por fin, en pocos días saldrá publicada la novela El hombre diminuto, de Hernán Valladares Álvarez, editada por la editorial Bohodón.
Espero que todos cuanto lean esta reseña en el Diarius no solo la compren sino también la recomienden y logren que sea comprada por al menos otras diez personas (habrá que insistir en nuestra librería habitual que la pidan a la editorial en caso de que no la tengan a mano, cosa más que probable si no es en algunas librerías de Asturias y Madrid). Difusión en cadena, boca-oreja, bomba de racimo. Necesitamos que esta novela se enajene todo cuanto sea posible, y deje así de pertenecer a un solo dueño. Que sea de los lectores.
Sobre el mal, sobre la voluntad de poder, sobre la naturaleza del hombre y sobre la Naturaleza misma. Adjunto aquí la reseña que aparecerá en la contracubierta del libro:Que transcribo:
Para Camilo Pedro, el protagonista de la novela, habría sido
mucho más sencillo ver cumplidos sus sueños de burgués acomodado,
haberse casado con Margarita y terminar siendo profesor
de Geología en la Universidad Complutense de Madrid. Pero
el destino le tiene reservada otra existencia. Su director de tesis,
el profesor Garrido, lo embarca, junto a dos compañeros más,
Gregorio y Bobby, en un proyecto para buscar petróleo en la isla
de Serolf al servicio de una asociación entre las petroleras Brip y
Repansa, británica y española respectivamente. Las aventuras objetivas
y subjetivas dentro de la isla irán transformando a los personajes,
inmersos en un mundo plagado de misterios.
La novela que el lector tiene entre sus manos, escrita con un gran
dominio estilístico y una prosa por momentos hipnótica, con brotes
de un inesperado sentido del humor, permite hacer varias lecturas:
se puede leer como novela de entretenimiento y aventuras,
con una estructura clásica; entre líneas hay una amarga crítica
sobre la civilización y el progreso; es también una novela psicológica,
incluso psiquiátrica, y de antropología-ficción.
Esta fábula sobre la prístina pureza de la naturaleza, pero también
sobre su ausencia de moral, y sobre la voluntad de poder inserta
en el hombre, podría desarrollarse en un grueso volumen, pero
el autor ha escogido el camino de lo conciso y el lector, mientras
se adentra en su lectura, agradece la potencia de sugestión de una
novela concentrada que no flaquea por ello en detalles, sensibilidad
y fuerza narrativa.

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