Simposio completo Sobre la Humanidad en un día gris
Las butacas formaban un océano infinito con un horizonte inabarcable. El
profesor salió al escenario y procedió al desarrollo completo de su alocución,
y para ello prescindió de una mesa y ni tan siquiera se sirvió de ningún atril;
de pie frente a un delgado micrófono y vestido con americana de fieltro oscuro
y camisa sin corbata habló de esta forma:
—Uno de los temas sobre los que menos ha tratado la filosofía es el asunto
del clima. En términos retorcidos o borgianos se podría formular que la total
escasez de tratados y monografías de carácter metafísico consignados al asunto
de la climatología contradice la ineludible inmersión del sujeto
creador/pensante bajo la esfera de su influjo. Por ser esto así, cualquier
trabajo filosófico, ya sea epigramático o de sesuda formulación sistemática, y
más allá, cualquier resultado procedente del estrujamiento de la mente —y se
incluye por tanto la elaboración científica y técnica— ignora que todo cuanto
pergeña está condicionado y probablemente es pura insuflación de ondas cósmicas
cuyo vector más inmediato no es otro que el de los factores climatológicos. La
cultura en su conjunto es producto inmanente de los elementos atmosféricos. No
deja de resultar de un paradójico que frisa en lo trágico el hecho innegable de
que un antropocentrismo pueril pueda inadvertir un hecho tan patente. El ser
humano y cualquier cosa que pueda producirse de su sustancia, la cultura toda,
no es otra cosa que un fenómeno atmosférico.
Y así terminó el profesor su elocuente exposición. Entre los millones de
asistentes al simposio no hubo un solo aplauso (aunque es cierto que ni uno
solo de ellos llegó a atisbar el aburrimiento). Sólo se escuchaban, entre el
más absoluto de los silencios, las pequeñas gotas de una lluvia incipiente
chocando contra la cúpula de cristal.
De Relatos condensados
Que bueno que de un encuentro fortuito, precedido de un trabajo remoto que compartiste con mi marido, y entre montañas rusas, prisas y niños... me haya encontrado con tus escritos Hernán. Todo un lujo.
ResponderEliminarEl bloque segundo del hombre medular, espero comprarlo en papel impreso.
Te seguiremos la pista, un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor supuesto, el profesor sabe lo que se dice. Sin duda el clima condiciono a los hombres a ser cazadores recolectores durante miles de años, pero eso fue cambiando conforme subieron las temperaturas con la siguiente glaciación, lo que influyo para establecer asentamientos más duraderos y por ende favorecer la agricultura y la ganadería y crear nuevas formas de cultura y arte. Las civilizaciones en cualquier caso dependieron mayormente de sus condiciones geológicas y meteorológicas. Sin embargo, el progresivo desarrollo de la tecnología ha interferido en la modulación entre clima y hombre urbano. Incluso, habría influido elevando artificialmente la temperatura del planeta (calentamiento global) lo que por supuesto condicionara un cambio (coercitivo, normativo) en nuestro modo de comportarnos, al margen de las consecuencias futuras que tal cambio climático (deshielo polar, desertificación, etc,) tenga sobre nuestras vidas. Quisiera terminar este comentario, aunque derive el tema del clima hacia el tema ecológico, que es tanto el influjo (utilizando la palabra del profesor), que los comportamientos sociológicos devenidos desde la primera explosión nuclear con fines destructivos, hasta los subsiguientes desarrollos bélicos y pacíficos de la misma (Chernóbil,Fukushima), en mayor o menor medida podrían estar en relación con estos acontecimientos sin precedente en las historia de la humanidad. Muchos, tal vez inconscientemente de forma masiva, debieron comprender la capacidad de auto-aniquilación vía nuclear y alterar (sin conocer las repercusiones) de manera irrevocable el clima bajo el cual viven los hombres, un clima quizá más sensible de lo que a priori pueda suponerse. Saludos***
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