domingo, 31 de octubre de 2010

Soneto inesperado

No sé exactamente en qué sazón me hallo.
El otoño se pasa inadvertido,
aunque quisiera ser, ya no he podido,
vigilante perpetuo de sus cambios.

Que el vivir es joderse y un mal rayo
te parta, tiempo; vocación u olvido.
Esta es la diatriba en la que vivo,
esta fugaciad es cuanto ensayo.

No adivino el propósito de tanto
devaneo, ignoro si es dinero
lo que busco, si es gloria o fama o nada
lo que quiero; mas sé que me decanto
por la sabiduría. Desespero:
tanto vivir sin descansar me enfada.

La araña sueña con volar y, envidiosa, teje la red del tiempo, donde quien es capaz de flotar por el aire como ella desea queda irremisiblemente atrapado y más tarde deglutido.
Pues después de tantos años, sí, años, vuelvo a escribir un insospechado soneto, y además rimoso (en un alarde de recuperación de viejas artes, incluso con rimas internas). De pronto encuentro en esta forma métrica un respiro a mi ajetreo, y descubro con cierta sorpresa que, aunque pensaba anquilosada la neurona poética, esto debe de ser como montar en bicicleta. ¿Será falso entonces que la poesía nos abandona?

2 comentarios:

  1. Con este poema empezaremos este otoño. 'Gracias poeta. ***

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    1. Alex, ¿por qué medio es mejor que responda a tus generosos comentarios?

      Que tengas una magnifica semana. En la atmósfera se aprecia que el otoño de verdad, no el del calendario, por fin quiere hacer acto de presencia.
      Mis dolores de huesos, músculos y órganos imaginarios ya lo vienen presintiendo desde hace días.
      Fuerte abrazo

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